Tus ojos dejan una sed profunda,
de miradas inquietas y enredadas,
como las hojas, que se ven dobladas,
sobre la reja que al amor circunda.
Esa mirada sofocada inunda,
la brisa con su aire desdeñoso
su sed es un enigma poderoso,
que sin mirar siquiera ya es fecunda.
Tus ojos tienen a la luz del día,
la más fraguada y bella picardía,
que se disfraza bajo sus conjuros.
Sedientos del amor tienen prestancia,
y sé que son así, desde la infancia,
porqué son ojos sumamente puros.
viernes, 24 de julio de 2009
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