Bajos esas alas de infinito encanto,
me desperté de un sueño, redimida,
que dulce despertar tuvo mi vida
que había entonces padecido tanto.
Bajo ese corazón, de henchido manto,
a cada golpe fiero en su latido,
un soplo de ilusión quedó prendido
del eco misterioso de su canto.
Y pude comprender, que la ternura,
siempre esta a flote sobre el alma pura,
que se cobija oculta sin remedio.
Porque la timidez acalla voces,
lo que en el fondo del amor conoces
y se acoraza por sentir asedio.
viernes, 24 de julio de 2009
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