I
El aire atraviesa la melancolía,
mi pelo se despeina,
tu ocaso se enarbola,
y las palabras sólo vuelan al espacio.
No hay un preámbulo para que el agua
atraviese los poros del invierno.
Hoy suda la frialdad de nuestros cuerpos
y se abre ante la antesala de lo desconocido.
Que me digas un atuendo de pesadumbres
esas que suspiran de tu cansancio,
esas que me ofreces y que no se dispersan;
-lo siento por las imperfecciones-,
Sólo me queda el silencio.
II
No sé que ternura regalarte.
Me asombra la terquedad del ocio.
Estoy vacilando ante tu espectro,
tus miedos, tus dudas, tus razones.
esa razón de estar de buenas o de malas,
con las garras abiertas, o con la cabeza dormida
para que el mar de tu oceano inunde la playa
de tu embarcadero.
El aire atraviesa la melancolía,
mi pelo se despeina,
tu ocaso se enarbola,
y las palabras sólo vuelan al espacio.
No hay un preámbulo para que el agua
atraviese los poros del invierno.
Hoy suda la frialdad de nuestros cuerpos
y se abre ante la antesala de lo desconocido.
Que me digas un atuendo de pesadumbres
esas que suspiran de tu cansancio,
esas que me ofreces y que no se dispersan;
-lo siento por las imperfecciones-,
Sólo me queda el silencio.
II
No sé que ternura regalarte.
Me asombra la terquedad del ocio.
Estoy vacilando ante tu espectro,
tus miedos, tus dudas, tus razones.
esa razón de estar de buenas o de malas,
con las garras abiertas, o con la cabeza dormida
para que el mar de tu oceano inunde la playa
de tu embarcadero.
III
Siento que esperas una sinfonía de mis males
y escucho la algarabía de tus tribulaciones.
Acaricio tu rostro, de niño perdido,
porqué no creo que el alba te devuelva la razón
de permanecer en tu caracola.
Advierto una lágrima que rueda calle abajo por tus arterias,
la seco con mis labios para beber la sal de tu compostura.
Nada me devuelve la alegría de aquellas horas,
de palabras estiradas y recogidas,
que danzaban en el espacio de nuestras soledades,
porqué con tu bautizo se fue mi mejor ovación.
)))==(((
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