Cuando tu voz me llega desde lejos,
desde el eco sutil de una cabina,
la inmensa soledad, llega y se empina,
al buscar yo tu rostro en mis reflejos.
Mis pensamientos se quedan perplejos,
ante el llamado que mi mente clama,
desde este butacón nada reclama
por un paisaje vivo en mis espejos.
Hoy que te escucho, en esta madriguera,
hoy que mi vida tan sólo el tiempo espera,
para poder llegar a la montaña.
Siento que la distancia ya se acorta
que la ilusión hoy se mantiene exhorta
y que el verso inclemente, no se empaña.
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