Hoy camino descalza, sobre cualquier soneto;
me recreo en su forma pues se abraza a mis pies,
que dulce es el lenguaje del mágico alfabeto
cuando me deja exhausta, caminando al revés.
Ya sé que tú, palabra, me estás lanzando un reto,
para que diga aquello que tengo que decir,
ingenua soy si acaso te ignoro por completo
cuando tú sólo quieres hacerme sonreír.
Que diga, que no diga, que deje de pensar,
soltándose mis dedos vuelven a cabalgar
por praderas de teclas que enlazan mi dicción.
Silencio mi silencio, para escuchar el ruido,
del teclado tan suave, que dice en su sonido,
lo que sale de pronto del mismo corazón.
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